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¿Dejaron morir a Siria? pocas delegaciones de rescatistas llegó a este país después del terremoto

¿Dejaron morir a Siria? pocas delegaciones de rescatistas llegó a este país después del terremoto
18 de Feb, 2023

Después del terremoto que azotó a Turquía y Siria este 2 de febrero del 2023, y que dejó a ambos países casi en destrucción, organizaciones defensoras de derechos humanos de este país, comentaron que hasta la fecha son muy pocas las delegaciones que se han presentado en el país para brindarles ayuda.


Según Saftnat Mihal, activista digital y exbecaria de Amnistía Internacional España, comentó preocupada que hasta le momento solo existen 10 delegaciones, y civiles tratando de ayudar a desenterrar de los escombros a las personas que están bajo ellos, pero son muy pocas las manos para salvar vidas en este país, ya que la mayoría de la población aun están en guerra con el Estado Islámico y en su mayoria de territorio es controlado por el grupo radical ISIS.

[caption id="attachment_2183" align="aligncenter" width="1200"] Varias personas caminan junto a edificios colapsados el jueves 9 de febrero de 2023 en Jinderis, en la provincia de Alepo, Siria, luego de un terremoto. (AP Foto/Ghaith Alsayed)(Ghaith Alsayed / Associated Press)[/caption]

Para Safnat, es una hipotesis, pero muchas delegaciones quizás no habrían podido llegar a este país no por por falta de voluntad, si no porque el bloqueo que algunos países de occidente tiene con el país árabe que se encuentra en guerra, y por temor a represalias políticas las mismas delegaciones optaron por no llegar a ciudades como Alepo.

En Adiyaman, periodistas de The Associated Press vieron a una persona suplicando a los rescatistas que buscaran entre los escombros de un edificio donde habían quedado atrapados sus familiares. Estos se negaron, señalando que no había nadie con vida allí y que tenían que dar prioridad a zonas donde podría haber sobrevivientes.

Un hombre que sólo se identificó como Ahmet por temor a represalias por parte del gobierno, dijo a la AP más tarde: “¿Cómo puedo ir a casa y dormir? Mi hermano está allí. Podría seguir vivo”.

La cifra de muertes por el terremoto de magnitud 7,8 del lunes aumentó a cerca de 21.000, eclipsando los más de 18.400 decesos registrados en el sismo de 2011 en Fukushima, Japón, que provocó un tsunami, así como a la cantidad estimada de 18.000 personas que murieron en un sismo cerca de Estambul, Turquía, en 1999.

La cifra actualizada, que se tiene previsto que siga aumentando, incluye más de 17.600 personas que fallecieron en Turquía y más de 3.300 que perdieron la vida en Siria. Decenas de miles más resultaron heridos.

Mehmet Yilmaz, de 67 años de edad, observaba a lo lejos mientras las excavadoras y demás equipo de demolición empezaban a derribar lo que quedaba del edificio donde seis miembros de su familia quedaron atrapados, incluidos cuatro niños.

Calcula que alrededor de 80 personas siguen atrapadas en la estructura colapsada, pero dudaba que alguno fuera encontrado con vida.

“No hay esperanza. No podemos renunciar a nuestra esperanza en Dios, pero entraron en el edificio con dispositivos sonoros y perros y no había nada”, manifestó Yilmaz.


Mehmet Nasir Dusan, de 67 años, estaba sentado viendo cómo los restos de un edificio de nueve pisos eran derribados por las excavadoras, creando nubes de polvo. Comentó que tampoco tenía la esperanza de volver a reunirse con los cinco miembros de su familia que quedaron atrapados bajo los escombros.

Sin embargo, señaló, recuperar sus cuerpos le daría algo de consuelo.

“No nos vamos a ir de este lugar hasta que podamos recuperar sus cuerpos, aunque tardemos 10 días”, dijo. “Mi familia está hecha trizas ahora”.

En Kahramanmaras, la ciudad más cercana al epicentro del sismo, un centro deportivo del tamaño de una cancha de baloncesto funcionaba como una morgue improvisada para acomodar e identificar cadáveres.

En el piso había decenas de cuerpos envueltos en mantas o sudarios negros. Al menos uno de ellos parecía ser el pequeño cuerpo de un niño de 5 o 6 años.

En la entrada de la morgue, un hombre lloraba a gritos sobre una bolsa para cadáveres negra que yacía junto a otra en la caja de una camioneta.

“¡Tengo 70 años! ¡Dios debió llevarme a mí, no a mi hijo!”, decía entre lágrimas.

Los trabajadores seguían llevando a cabo operativos de rescate en Kahramanmaras, pero estaba claro que muchos de los que estaban atrapados en edificios colapsados ya habían muerto. Se podía escuchar a un rescatista diciendo que su estado psicológico iba en declive y que el olor a muerte se estaba volviendo insoportable.

En el noroeste de Siria, llegaron los primeros camiones de ayuda de la ONU desde el terremoto a la zona controlada por los rebeldes procedentes de Turquía, poniendo de relieve la dificultad de hacer llegar ayuda a la población. En la ciudad turca de Antakya, decenas de personas se congregaron ante un camión que distribuía abrigos para niños y otros suministros.

Un sobreviviente, Ahmet Tokgoz, pidió al gobierno evacuar a la gente de la región. Muchos de los que han perdido sus viviendas se refugiaban en tiendas de campaña, estadios y otros alojamientos temporales, pero algunos han tenido que dormir a la intemperie.

“No es posible vivir aquí, especialmente con este frío”, dijo. “Si la gente no ha muerto por estar atrapada bajo los escombros, morirá de frío”.

El clima invernal y los daños en las carreteras y aeropuertos han dificultado la respuesta. Algunas personas en Turquía se han quejado de que la respuesta del gobierno fue lenta, una percepción que podría afectar al presidente turco Recep Tayyip Erdogan en momentos en los que enfrenta una dura batalla por la reelección en mayo.

“Como saben, el sismo impactó una zona de 500 kilómetros (311 millas) de diámetro en la que viven 13,5 millones de nuestros ciudadanos, lo que dificultó nuestro trabajo”, dijo Erdogan el jueves.

En la localidad turca de Elbistan, los equipos de rescate que trabajaban en los escombros de una casa derrumbada lograron sacar a una anciana.

Los socorritas pedían silencio con la esperanza de escuchar pedidos de ayuda, y el grupo de paramédicos sirios conocido como Cascos Blancos señaló que “cada segundo podría significar salvar una vida.”

Pero los equipos sacaban cadáveres cada vez con mayor frecuencia. En Antakya, se esperaba la identificación de más de 100 cuerpos en una morgue improvisada afuera de un hospital.





La tragedia en cifras:


Hasta el momento esta la información actualizada según la agencia de noticias Reuters:

Muertes,al menos 46,456 personas heridos sin consecuencias de muerte, al menos 114,926 personas desplazadas al menos 2.4 M personas, cantidad de personas afectadas al menos 24 M personas, edificios destruidos al menos 6,589, daños a la propiedad USD 50-85 MRD.


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Por: Editor Región. Tolima7dias.com.co

El endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos ha generado nuevas tensiones para las comunidades colombianas, y el Tolima ya empieza a sentir sus efectos. Aunque no hay cifras oficiales por departamento, organizaciones sociales reportan un aumento de personas que migran desde el Tolima hacia el norte, muchas veces de manera irregular y en condiciones de riesgo.

El flujo migratorio desde Colombia hacia Estados Unidos continúa en ascenso, y el departamento del Tolima ya forma parte de esta tendencia. Aunque no existen cifras oficiales desagregadas por departamentos, organizaciones sociales y comunitarias han advertido sobre un incremento notable de personas que, desde distintas zonas del Tolima, están emprendiendo rutas migratorias hacia el norte del continente, muchas veces en condiciones irregulares y de alto riesgo.
Este fenómeno ocurre en medio de un contexto internacional tenso, marcado por el endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos, promovidas nuevamente por figuras como el expresidente Donald Trump, hoy candidato en la contienda electoral de 2025. Las medidas incluyen deportaciones exprés, vigilancia militarizada en la frontera sur y restricciones al derecho de asilo, de acuerdo con reportes de medios como The Guardian, Time y AP News.
A esto se suma un nuevo nivel de presión: las autoridades migratorias en Estados Unidos están realizando redadas en lugares de trabajo, generando temor e inestabilidad entre los migrantes. Muchos tolimenses que residen de forma irregular han optado por no salir de sus casas ante el riesgo de detención inmediata. Sin embargo, también se han reportado casos de personas con visa vigente o estatus legal que han sido deportadas, lo que ha incrementado la incertidumbre incluso entre quienes intentaron seguir los canales formales de ingreso.
Colombia, como país de origen, tránsito y retorno, enfrenta múltiples desafíos ante este panorama. En el caso del Tolima, el fenómeno migratorio no solo implica la salida de población, especialmente joven, sino también la presión que genera el retorno sin garantías, tras procesos de deportación. La falta de redes institucionales de apoyo agrava la situación, afectando a familias que ya vivían en condiciones precarias.
Otro aspecto crítico es el flujo de remesas, vital para muchas familias en el departamento. Si continúan las detenciones o los migrantes pierden su empleo en EE.UU., el impacto económico podría sentirse fuertemente en las comunidades de origen.

La migración tolimense responde a factores estructurales como el desempleo juvenil, la crisis rural, el debilitamiento de proyectos de reincorporación en zonas afectadas por el conflicto armado, y la persistencia de actores ilegales. En algunos casos, los migrantes inician su camino a través del Tapón del Darién, atravesando América Central y México, rutas consideradas de alto riesgo humanitario.

El gobierno colombiano ha expresado su preocupación y reiterado su compromiso con una migración segura, ordenada y regular, como se estableció en la Declaración de Los Ángeles. Sin embargo, organizaciones sociales piden una mayor inversión estatal en los territorios y políticas públicas estructurales que eviten que la migración sea la única alternativa para quienes buscan un futuro digno.

Mientras tanto, en el Tolima, crece el número de personas que, frente a la incertidumbre local y las políticas de miedo en Estados Unidos, optan por dejarlo todo y emprender un viaje largo, costoso y peligroso en busca de nuevas oportunidades más allá de las fronteras.

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