Por : Luis Carlos Rojas García - Escritor.
Vergüenza, no encuentro otra palabra para describir lo que siento cada vez que escucho el discurso, si así se le puede llamar, de quienes se consideran opositores del gobierno en turno.
Aunque, a decir verdad, me gustaría agregar un calificativo más agresivo, pero, prefiero aguantarme las ganas. Por esta razón, diré que, en efecto, siento una espantosa vergüenza al escuchar tanta incoherencia junta expulsada de las entrañas de los de allá, los de aquí y los de otras partes.
Como sea, no deja de ser preocupante el pensamiento anodino, incluso de mucho colombiano de a pie dentro y fuera del país, cuya diatriba no es más que la muestra de su profundo desconocimiento de la misma historia de nuestra tierra, de la realidad y de las verdaderas necesidades de Colombia.
Son personas que en verdad no saben lo que dicen; de hecho, su nivel de ignorancia es tal, que no importa que tengan las pruebas que demuestren su barbarie, ellos siempre buscarán la manera de repetir lo que les enseñaron. Dicho en otras palabras, son una suerte de fanáticos religiosos que solo repiten y repiten las mismas líneas del irracional guion que escribieron para ellos.
Por supuesto, nada de esto es gratis, la cínica y mal llamada oposición inteligente de la extrema derecha de la mano de lumbreras como María F. Cabal, Miguel Polo Polo, Salud Hernández, Doña Vicky, María A. Nieto, el esperpento de Daniel Samper que es y no es, entre otros, se las han arreglado para que dichas personas sigan tragando entero y sin masticar.
De ahí que no sea raro escuchar a más de uno (dentro y fuera del país y es importante recalcar que lo que uno escucha por aquí es más que nefasto), que Petro violaba niñas, que asesinó a no sé cuantos miles, que el monstruo más grande que ha tenido el país se llama guerrilla, que la Primera Línea ahora durante las marchas asesinaba policías por diversión, que el gobierno Duque fue de lo mejor que parió la política colombiana y, por supuesto, que el mejor presidente ha sido el innombrable porque gracias a él los colombianos pudieron volver a viajar ¡Ah! Y que la gente de Petro con él incluido debe estar muerta, así como lo hiciera el ejército con todos esos “guerrilleros” de los falsos positivos que, sin lugar a dudas, no andaban recogiendo café, entre miles de barbaridades más que lo dejan a uno cómo entre sorprendido y muy, muy avergonzado.
Por todo esto y más, cada vez que reviso la situación de mi hermosa Colombia y, sobre todo, cuando por casualidad me topo con algún compatriota de estos que no conectan una neurona con la otra y que se creen los reyes de la oposición, no dejo de recordar y comparar la disparatada historia del sujeto aquel que le prometió a sus hijas de regalo de navidad una tableta y cuando llegó el momento de cumplir con su promesa, sin la menor vergüenza, les dijo a las chiquillas:
—Lo siento mis princesas, pero ¡El gato se llevó la Tablet!