Por Luis Carlos Rojas García - Escritor.
No los bajan de marihuaneros, de ignorantes, de vulgares. Ponen en tela de juicio su honorabilidad, su responsabilidad social y hasta su formación académica; sin embargo, gracias a ellos el país puede estar realmente informado.
Así es, con la aparición de los medios independientes dirigidos por esa generación de jóvenes que aceptó el reto que les pusiera el gran Garzón, los medios tradicionales tiemblan y no es para menos.
Tiemblan porque ya no pueden engañar a la gente, bueno a la gran mayoría de gente porque todavía siguen existiendo los atembaos que tragan entero, como lo hacían antes.
Atrás quedaron esas épocas en donde dichos medios de desinformación salían a decir lo que convenía al gobierno de turno o a ellos mismos y la gente simplemente creía como palabra sagrada.
Ahora les es difícil mentir como lo saben hacer porque estos muchachos están listos para explicar, de distintas maneras a la gente, las verdaderas intenciones de estos pícaros mercenarios al servicio de los mismos de siempre.
Me atrevo a señalar sin lugar a dudas que las enseñanzas del maestro Garzón fusionada con las nuevas tecnologías le han dado la fuerza a esta nueva generación periodística para crear una nueva pedagogía político-social, libre de ese lenguaje amañado y arribista con el cual todo el que tenga sentido común puede comprender en dónde está la trampa.
Por esta razón, decir que los medios tradicionales dan vergüenza es poco ya que hoy en día ni siquiera se esfuerzan por camuflar las mentiras que durante tantos años le han dicho al país y, sobre todo, que le han hecho tanto daño a Colombia.
De ahí que no es raro ver el desespero en el que mantienen estos personajes quienes sin lugar a dudas hoy por hoy, sienten pasos de animal gigante con muchachos que han demostrado tener valor, ética y todo eso que les falta a la gente de Semana, los W radio, los Daniel Samper, los de la FM y todos esos periodistas prepagos que salen a decir desde bestialidades hasta todo tipo de falsedades que solo buscan desviar la atención y deslegitimar la verdad.
Por todo esto y mucho más, larga vida a estos muchachos que sacan la cara por el periodismo y por la información cómo debe ser, muy a su estilo, pero información de verdad que deja al descubierto a al cáncer político y a sus cachorros de la desinformación.