Por: Luis Carlos Rojas García,- Escritor.
Si les digo la verdad, al igual que algunos de los actores de una de las novelas más taquilleras de finales de los 80 y principios de los 90, yo tampoco recuerdo muy bien: ¿Por qué mataron a Betty si era tan buena muchacha?
Sin embargo, lo que sí tengo claro es que, como la protagonista de este clásico de la televisión colombiana, existen y han existido cientos de Bettys que mueren a diario en manos de algún desequilibrado.
Por supuesto, vivimos en una sociedad en extremo sensacionalista y clasista que, de manera enferma, eligen qué muerte tiene más peso que otra o lo que es peor, a cuál hacerle más publicidad.
Ahora bien, como si se tratase de una autentica y espantosa novela de terror, llega a nuestras vidas el macabro asesinato de Valentina Trespalacios, una historia que cuenta con una trama que causa pánico, mas, cuando somos padres y esposos.
Una novela con un gringo llegando al país, llevando a la chica hasta un lugar y luego, mediante un acto de lo peor, arrebatándole la vida y metiéndola en una maleta para luego tirarla a la basura como si se tratase de cualquier desperdicio.
Las redes como siempre han salido a hacer lo suyo; unas perfilan al sujeto con la consigna de: “Todos los hombres son criminales”. Otras con su morbosidad característica se han atrevido a mostrar el cuerpo de Valentina en el momento que es sacada de la maleta.
Port otro lado, hay quienes han intentado levantar su voz de protesta por el escalofriante hecho, pero, el chisme de la separación del momento y la nueva pedagogía de (facturar antes que llorar), tiene mucho más peso que revisar ¿Qué carajos está pasando aquí? Y lo que se debe hacer para frenar esta locura.
Ahora bien, dicho comportamiento y pensamiento, me refiero a darle más importancia a unos eventos que a otros, no es nuevo, recordemos el caso de los más de seis mil jóvenes asesinados por parte del mal llamado glorioso ejército colombiano al que, Si lo revisamos bien, a estas monstruosas ejecuciones no se le prestó tanta importancia que digamos porque como lo dijo el dictador y sus secuaces: “Esta gente no estaba cogiendo café y el ejército no entra a preguntar”, entre muchas otras barbaridades que han dicho y hecho y que han servido para apaciguar crímenes y casos de corrupción.
Por supuesto, dichas expresiones logran su cometido y hacen que cada día miles de millones de seres humanos se vuelvan cada vez más insensibles y, si le sumamos la eterna guerra de géneros que no es más que la muestra de la ignorancia humana, el panorama es cada vez más sombrío.
Lo cierto es que estamos ante otro hecho aterrador que muestra que nuestra sociedad, y no hablo solo de la colombiana, está cada vez más jodida. Los prototipos, las redes, los medios, la publicidad, la ignorancia entre otras, nos alejan cada vez más de esa humanidad que deberíamos tener y muestra la descomposición aberrante que campea en cada rincón de este planeta tierra que espero no deje de volar, aunque tarde o temprano nos la va a cobrar.
El caso de Valentina y de miles de Valentinas se seguirá repitiendo, porque a la hora de asesinar aquí no importa si es hombre o mujer o mujer u hombre o en el sentido contrario; desde que se trate de muerte aquí para todos hay y por esta razón muchos nos seguiremos preguntando:
¿Por qué mataron a Valentina si era tan buena muchacha?